LA GALAXIA EN QUE VIVIMOS
Javier Hernández
Somos dueños de pequeña soledades, e inmersos en estas pequeñas independencias
nos
convertimos en un mundo, particular y especial; que es autónomo en
su crecimiento, que aprende
de lo que ve y responde las necesidades que el medio le exige, con
sus propias leyes y deseos,
pero que también responde a la energía y a la naturaleza de la galaxia
a la cual está adscrito. Esta
galaxia compuesta por todos los mundos que giran a nuestro alrededor
y se comunican con
nosotros, fluye y se transforma de acuerdo con el tiempo y los acontecimientos,
haciendo que cada
uno de los mundos que habitan en ella cambie y se transforme. Sí, somos
individuos
pertenecientes a una galaxia social que se transforma cada instante.
Ella nos brinda las
posibilidades y herramientas necesarias para construir y desarrollar
nuestro mundo. Esta galaxia
social se llama cultura.
La cultura generalmente se observa desde tres perspectivas: La de la
naturaleza, la del hombre, la
de la sociedad. La primera hace énfasis en su capacidad técnica para
transformas su entorno; la
segunda hace hincapié en las creaciones intelectuales o artísticas;
la tercera subraya las
costumbres particulares que tiene un colectivo. Se dice entonces que
la cultura es aquello que
revela los rasgos característicos de una colectividad: Su mentalidad,
su estilo de vida, la forma en
que humaniza su ambiente; de cómo está trabaja, se divierte, se comunica,
se expresa por medio
de las artes y transforma la naturaleza de acuerdo con sus técnicas
e inventos. El hombre a través
de la cultura interpreta el universo, la realidad, comprende el pasado,
se identifica con un presente,
y a través de esto, realiza un proyecto de futuro.
Para reconocernos es importante tener en cuenta de dónde venimos, dónde
estamos y para dónde
vamos, es decir, reconocer un pasado, identificarnos con él y transformar
el presente. Se trata de
construir un futuro que cumpla a cabalidad con todas nuestras expectativas
y necesidades. Pero
las políticas estatales y comerciales han cerrado las puertas del reconocimiento,
se ha vuelto más
importante el dinero, la guerra y la imitación. Mejor dejar de mirar
para afuera y volver los ojos a
nosotros mismos, redescubrirnos, apropiarnos de lo verdaderamente nuestro
y asimilar las
transformaciones de una tecnología que responda a nuestras necesidades
y recursos.
El escritor William Ospina, en su texto "Colombia en el planeta" ha
reconocido tres grandes males
de la sociedad y la cultura colombiana. De manera muy eficaz responde
a nuestra pregunta ¿Qué
es lo que le sucede a nuestro país? :
"Hoy los colombianos somos víctimas de los tres grandes males que echaron
a perder a
Macondo: La fiebre del insomnio, el huracán de las guerras, la hojarasca
de la compañía
bananera. Vale decir: la peste del olvido, la locura de la venganza,
la ignorancia de
nosotros mismos que nos hizo incapaces de resistir a la dependencia,
a la depredación y al
saqueo. La exuberante Colombia parece haber perdido la memoria, parece
haberse
extraviado en su territorio, como esos personajes de Rivera a los que
se tragó la selva, y
parece haber perdido toda confianza en sí misma hasta el punto de no
creer que haya aquí
ninguna singularidad, ninguna fortaleza original para dialogar con
el mundo. Es, por
supuesto, una mala ilusión, porque el mundo sabe, a veces mejor que
Colombia misma,
que el país está lleno de originalidad y de lenguajes vigorosos. Pero
es necesario que
Colombia lo sepa también".1
La peste del olvido, el desconocimiento del pasado lejano y hasta el
cercano impide que
reconozcamos lo que es importante para nosotros, nuestra cultura, nuestra
raza, nuestra identidad.
La locura de la venganza, años de conflicto permanente, hacen que cerremos
los ojos a nuestra
verdadera realidad. La historia de nuestro país se ha convertido en
un anecdotario de muertes y
desplazamientos que de manera cíclica aparecen y desaparecen; a fuerza
de estadísticas se ha
embolatado el verdadero sentido humano de la perdida de un ser querido.
Nuestros muertos se
transforman en números, son apilados en los cementerios y archivados
en los registros estatales,
sus nombres quedan escritos en los libros de la impunidad. Lo que nos
identifica es impuesto o
presentado como verdadero por los medios de comunicación. El desconocimiento
de nuestras
propias fortalezas y riquezas, donde el imaginario positivo no es nuestra
propia identidad, induce a
que nos despojemos de nuestra propia y verdadera naturaleza, nuestro
sentir y demos la espalda a
la nación, para seguir ese imaginario positivo que nos encasilla y
marca. No hay confianza en
nosotros mismos, vivimos una realidad que nos hace cerrar los ojos
para no escandalizarnos.
Contra ese mal proponemos una solución: Un ejercicio cultural continuado
que evalúe y analice
nuestro verdadero sentir como colombianos, que realce y reanime nuestra
sangre. Muchas
instituciones, grupos y personas están trabajando en este campo, instituciones
como La Comisión
Vida Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Cali, Grupos de jóvenes
como Almuro, y grupos de
docentes preocupados por el aprendizaje de sus estudiantes, han desarrollado
estrategias y
programas dignos de imitar, están haciendo esfuerzos para revivir y
redescubrir esta cultura.
Tal ejercicio cultural será para un reconocimiento pleno de nuestras
riquezas, recordar de dónde
venimos, dónde estamos y para dónde vamos. Esta estrategia fue aprovechada
por el grupo de
jóvenes que conforman Almuro. Todos ellos estudiantes de Artes plásticas
del Instituto Popular de
Cultura, por iniciativa propia se organizaron y propusieron la idea
de la Galería de Arte Urbano de
la ciudad de Cali. Llevaron a cabo el Concurso de Bocetos Para los
Murales de la Paz, orientados
por la Comisión de Vida, Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Cali,
y apoyados por la O.I.M.
(Organización Internacional para las Migraciones), de donde nace también
la razón de ser de este
libro.
Hicieron un trabajo de sensibilización y de reaprendizaje de su verdadera
cultura, reconocieron y
compartieron con las personas de su ciudad esta experiencia. Generaron
un proceso cultural
enfocado al fortalecimiento de la identidad cultural. Partieron de
tres conceptos: La Memoria
Histórica, La Identidad Cultural y la dignidad Humana. Buscaron reconocer
el pasado, asimilar el
presente y plantear una propuesta de futuro de acuerdo a nuestras necesidades.
3
Ospina, William. Colombia en el planeta. 