Murales por la Paz
Murales por la Paz

Videoforos y Talleres para promover el concurso

Selección de bocetos

Lanzamiento de los Murales por la Paz

Realización de los Murales por la Paz sobre la 5a

La memoria del proyecto

Fotografías a Pantalla Completa

Escríbanos a almuro_@hotmail.com
 

SIGNIFICADO
por Rodrigo Daza
 

Lo importante es partir de un punto.  ¿Hacia la ciudad?  Total, no estoy en el campo.  La cuestión es pasar de la ciudad al mural, de todo eso al concurso y concluir algo, claro está.  Saber a las claras si todo esto sirvió de algo diferente a sostener a unos en un empleo y darle uno de chichigua a otros.  Debe haber más, eso sí.  Y lo que importa es lo que puede trascender para todos, para saber a dónde es que va a parar todo esto.  La cuestión de fondo es que se gastó un dineral en murales.

[...]

En últimas el significado real de todas las cosas puestas en común va más allá de lo que normalmente aceptamos, las puertas que se abrieron no son sólo negocio, son otra cosa.  ¿Qué son?  La posibilidad de un arte sin consumo que en últimas termina disolviéndose en lo de siempre:  Otra vez consumo.  La obra deja las palabras en puro discurso, radicalmente separado de lo hecho.  El calor, el sol, el polvo, las manos pintadas, las infinitas decisiones y cuidados...  Todo.  ¿En qué queda?  "Partamos y saquemos provecho" o "Lo iniciado va más allá de nosotros mismos".  "Eramos neófitos, no sabíamos en qué nos estábamos metiendo".  En fin...  El discurso sobre la propiedad ("mi dinero"), las dominaciones ideológicas, “un homenaje para tu ausencia...”  Las niñas supieron más que nosotros, los concursantes vieron eso, lo otro en frente suyo:  Tu idea ya no es tu idea, le pertenece a la ciudad y como tal será usada por lo que ella es.  La maraña de luchas entre poderes, virtudes, gracias, historias y olvidos caerá sobre ellos y sobre quienes lo hicieron.  ¿Dejarán algo?  El poder se construye no sólo sobre lo gráfico y lo que vemos es que eso, lo desconocido, es la clave de nuestras relaciones fallidas.  El interés egoísta no cede ante el general, la voluntad de todos se torna en deseo de aplastarnos mutuamente.  Construimos sobre castillos de naipes, nos explotamos, buscamos lo que se nos niega.  Construimos cosas, destrozamos nuestras manos, nuestra piel para que el otro escuche.  ¿Y qué es lo que escucha?  Voces de niños trémulos en medio de las montañas, de ancianos nostálgicos y gente sencilla cuidando carros.  Lo que se escucha son gentes agradecidas, críticas, indiferentes.  O simplemente "bien", escépticas.  "La paz se construye desde el corazón, lo demás es pérdida de tiempo" me dijo la señora que vendía naranjada.  ¿Puede un mural ser un gesto de paz?  "Tal vez".  Las respuestas más profundas están donde menos se las busca y las buscamos -cosa rara- en las paredes.  Decimos:  "La pared hablará, dirá cosas inmensas".  Wishful thinking.  La ciudad ahora piensa en que el color puede estar presente, e igual, el ruido puede ser más intenso.  A nuestras luchas comerciales diminutas se añaden ahora luchas inmensas, tal vez no nuestras.  ¿Valió la pena?  ¡Claro!  En la medida en que esas luchas sí fueron nuestras.  En la medida en que el tal vez se resolvió en un "sí" surgido del corazón de noveles poetisas, niños indefensos ante una urbe devoradora, educadoras/es, artistas frustrados, egocéntricos y, sobre todo, generosos.  La posibilidad de pensarlo todo nuevamente, sin tanto prejuicio, es el salto hacia la parcialidad accesible, hacia la ciudad que nunca agarramos pero que vivimos por pedacitos, cada uno embellecido, lleno de significados bien expresados.  Una iglesia bien pintada, una montaña fundida con un sol, un dinosaurio rojo, un muro indomable rodeando a los ricos...  Tantas cosas pueden ser puestas a los ojos del hombre en el bus, de la madre con el niño.  ¿Para qué?  Para poder decir nuevamente "NO ESTAS SOL@, HERMAN@".  "Vos podés venir, podés no mirar, pero el significado estará ahí, disponible para vos, cada vez que querás detenerte y contemplar, cada vez que algo extraño en un detallito te traiga un recuerdo".  Y pasará el tiempo y su inclemencia, unida al grito lanzado con aerosol desde universidades, barras, amores, más el humo, el terrible humo que todo lo tapa...  ¿A qué dará lugar?  Me inclino a pensar, nuevamente, en una Capilla Sixtina restaurada, en un Miguel Angel más chillón de lo que se hubiera esperado.  El color vivo se oscurece con el tiempo pero la intención está siempre detrás.  ¿Qué hay detrás de ti, herman@?  Los pensamientos nuestros quedarán plasmados y competirán con otros, comerciales, filosóficos, extrañas mezclas de ambos, religioso-patrióticos y tantas, tantas vainas.  La diferencia está en el costo, la permanencia.  Los murales no pagan impuestos y nos enfrentamos a la terrible realidad nuestra que convierte la verdad, enarbolada en la ley, en todo lo contrario.  Que se le quitan los impuestos a los murales para impulsarlos pero, en últimas, se les niega espacio justamente por eso.  Desde hace mucho las tasas locales dejaron de ser bien común para convertirse en botín de quien las alcance.  Podemos tener 700 vallas sobre la calle 5ª pero sólo dos murales.  Muy interesante.  La exigencia de respeto por el entorno sólo se aplica a las obras artísticas, las obras comerciales -"más necesarias"- tendrán todo el espacio que paguen.  Una visión de sesgo se cierne sobre nosotros:  No somos Rivera ni Siqueiros.  No se trata de la maquinaria ideológica de un partido que se mimetiza, somos uno que se escapó al graffiti y se acercó al arte, que desafió a la municipalidad y permaneció en el respeto.  ¿Es poca cosa?  Probablemente.  Otros, en un rincón, están dando la vida.  ¿Qué damos nosotros?  No nos quedamos en lo poco y ahora la vida también se cierne desde sus rincones.  La vida, como lagartija escondida cerca al techo, buscará no ser vista por sus enemigos y ver, ver, ver lo que le alimenta.  Hace falta espacio, mucho verde por plantar.  La vida no nos gusta porque nos incomoda, mete sus raíces en medio de nuestros tubos, se junta húmeda con los cables de la luz y electrocuta, hace basura a la lata con sus hojitas y hojotas.  Está en todas partes y no sabemos qué hacer con ella.  Pero llegan los pájaros y cantan.  Los niños encuentran pasto donde sentarse, sombra donde refugiarse del calor.  Tal vez es demasiado poco decirlo desde un muro frío y muerto en la madrugada, y ardiente y brutal como el mismo cemento en el día.  Tal vez sería mejor tumbar los muros y llenar los espacios de verde, quitárselos a los carros.  Partir calles, sacarles la tierra y sembrarla.  Tal vez sería mejor sacar a los hombres de sus jaulas, ahí donde "trabajan".  Tal vez.
Iniciamos algo, será otr@ quien dé el siguiente paso.  Ojalá seas tú, herman@.
Ojalá seas tú.
 
 

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