Murales por la Paz
Murales por la Paz

Videoforos y Talleres para promover el concurso

Selección de bocetos

Lanzamiento de los Murales por la Paz

Realización de los Murales por la Paz sobre la 5a

La memoria del proyecto

Fotografías a Pantalla Completa

Escríbanos a almuro_@hotmail.com
 

NUEVAS VENTANAS PARA LA CIUDAD
Javier Hernández

una nueva ventana, la ciudad necesita una nueva ventana por donde salga el humo negro e intenso que viene de la combustión de sus temores, del encierro total al que nos lleva el individualismo.  La ciudad ha dejado de ser transitada, la recorremos de norte a sur dentro del bus o del carro siempre peleando si el conductor no avanza, que para en todas las esquinas o si el de adelante se cuadra en la mitad de la calle para hacer lo de la leche y arma un trancón a la salida de cualquier universidad.  Y allí estamos, estancados, queriendo llegar a casa rápido, prender el televisor y ver otra masacre más en el noticiero para decir "este es un mal país y, menos mal, estoy en mi casa seguro".  A la mañana siguiente todo sigue igual, el mismo trancón, la misma necesidad de llegar rápido, rápido, desconectando la parte del cerebro que controla las emociones, porque el amor es peligroso.  El panorama parece desolador, "hay tanta gente y sin embargo me siento tan solo".  No puedo caminar por debajo del puente, tengo que cruzar por la avenida por temor a que me atraquen, es mejor que me pise un carro y me ayude con lo del médico, a que algún chico desorientado y drogado me haga un roto en el cuerpo, se me lleve los tenis y me deje tirado en mitad de la calle.  Aquí nadie ayuda.  Los muros se levantan, el centro de la ciudad está lleno de indigentes, de gentes sin oportunidad de socializar.  Vagan por la ciudad con sus costales recogen las latas de los cochinos que la tiran y ensucian.  Están allí sentados en una esquina, estirando la mano o hablando incoherencias, llorando un destino que bien pudo darles una mejor oportunidad. Por otro lado, en la periferia, lejos de allí, mansiones y tugurios. Unos llegan en autos último modelo, cierran el garaje y conectan la alarma.  Otros llegan más temprano, cierran la puesta y rezan para que mañana el rebusque sea más próspero que hoy.  Y la ciudad se queda sola, más sola que de día.  Nadie la cuida, nadie la mima, sólo el vigilante ve pasar las estrellas indiferente dentro de su garita, esperando el día y rogando para que no pase nada. La ciudad se ha llenado de muros y tapias de casas de fachada con parqueaderos por dentro. Casas deshabitadas, solas, como la ciudad que nadie camina, que nadie habita.  Sus parques se llenan de basura, los juegos se oxidan porque los niños ya no juegan, se seca el pasto, sus bancas se derrumban y ¿Qué pasa? Preferimos estarnos en casa pasando canales, escapando del ruido, del gris... ¿Pero qué pasa ahora? ¿Qué están haciendo? Al anden le han puesto una cinta y un grupo de personas, armadas con pinceles, pintura y deseos abren un agujero en el simbólico muro.  No lo rompen, sólo se abre un nuevo espacio policromático, este ente separador "el muro" deja ver el interior de un corazón, deja ver un deseo, una forma de pensar.  ¿Qué dice? "El muro ha dejado de ser una frontera".  Ahora nos cuenta una historia, ese espacio que sólo nos mostraba un limite infranqueable deja ver un sentimiento.  Se ha transformado en una ventana que nos muestra lo que realmente somos y, como dice un amigo mío, el muro perdura, no es efimero como la pauta publicitaria o el comercial de televisión.  Se va grabando en el inconsiente a fuerza de costumbre, nos roba cada día un instante para resguardarnos en sus detalles, para pasar algún día a pie y quedarnos viendo durante largo rato y analizar, pensar, disfrutar...

Una nueva ventana a nuestra ciudad, como respuesta al encierro de nuestras vidas, una excusa para comenzar a habitarla, cuidarla y responder un poco a nuestra negligencia política, que como todos, responde solamente a intereses individuales.  Una manera para darnos cuenta de que nuestro patrimonio histórico, nuestra identidad, está dentro de cada uno de nosotros.  Para reconocer que la ciudad es nuestra obra de arte, una obra que nunca acaba, la vamos construyendo a medida que pasa el tiempo, cuando caminamos por ella, cuando aceptamos su realidad y, cuando ésta se vuelve adversa, la transformamos.

La verdad es que sólo obedecemos un interés común.  Este espacio es de todos, un espacio publico, ha sido creado para la convivencia.  Para eso es realmente la acera, el parque, la alcaldía, el concejo: Un espacio de concertación, de búsqueda de soluciones, un lugar donde se debe compartir. los murales de la paz los han llamado, eso son.  La paz no es ausencia de conflicto, la paz es la manera como solucionamos el conflicto, cuando dejamos de pensar que haciendo extinguir las vidas de los que nos molestan solucionaremos el problema de no poder vivir con el, y entendamos que lo que le hacemos a otro nos lo estamos haciendo a nosotros mismos. Cuando miremos realmente que el otro respira, ríe, llora, como nosotros, tiene una familia o la tuvo.  Y que, como nosotros, esa madre, ese padre, esa esposa, ese hijo, tiene el mismo derecho de nuestra madre, padre, esposa, hijo de vernos llegar a la casa tranquilos, alegres y cansados de disfrutar aquello que llaman vida en comunidad.

Arriba