Murales por la Paz
Murales por la Paz

Videoforos y Talleres para promover el concurso

Selección de bocetos

Lanzamiento de los Murales por la Paz

Realización de los Murales por la Paz sobre la 5a

Las memorias del proyecto

Fotografías a Pantalla Completa

Escríbanos a almuro_@hotmail.com
 

MIRANDO A LOS ANCESTROS
por Javier Hernández

Nuestra realidad se ha convertido en un espejo crudo de lo que hemos perdido, pero somos, a pesar de todo, un pueblo que persiste en proclamarse único e independiente (culturalmente hablando).  Una nación diversa, llena de expresiones interesantes y muy diferentes entre sí, poseedora de una riqueza y una fuerza transformadora que espera ser descubierta y utilizada.  Somos un grupo humano que asimila y guarda sus cambios para una época donde todo pueda ser mejor.  Transformar una realidad de pesadilla, donde el pasado reciente parece que se repitiera, exige despertar y mirar el pasado más lejano, buscar el origen.  Debemos ir al nacimiento del río, permitir que su cauce retorne a su lecho original, descubrir allí el lugar donde confluyen nuestras fuerzas creadoras, beber de sus aguas ancestrales, y cambiar.  Esta agua está en el color del rostro de nuestros abuelos, en su música, su pintura, sus relatos.  Al torrente de nuestras expresiones lo nutren tres ríos principales que nacen en lugares muy lejanos y diferentes: El río indígena, que ha habitado este territorio desde tiempos ancestrales y colma nuestro sentir.  Nuestra manera particular de ver el mundo nace de él.  Muy adentro guardamos el gusto y la ingenuidad benigna de sorprendernos con el ambiente que nos rodea, el deber fraterno de protegerlo a toda costa.  Sentimos que surgen de esta época gracias al contacto con otras culturas y pueblos, pero se ha dado no desde afuera si no desde las entrañas de nuestro territorio.  Lo ha engendrado el contacto con nuestros hermanos mayores, que saben como cuidar y preservar la casa, el hogar que llamamos Colombia. Nuestros Hermanos-abuelos indígenas poseían y poseen un basto conocimiento de la naturaleza y su funcionamiento.  Reunidos todos al calor del fuego o en lo más interno de la maloca, vigilan el eterno fluir de la vida en equilibrio.  Su música y su arte persisten, su imaginario y sus historias alimentan nuestra cultura, revitalizan cada momento nuestra manera de ver el mundo.  Las obras maestras de nuestros escritores toman sus historias y nos muestran la organización social original: El vinculo fraterno de la familia, fortaleza inmensa de nuestra cultura.  Una que persiste y mantiene a las otras unidas para salir adelante.  El tiempo y la asimilación acelerada de cambios tecnológicos y sociales han guardado la magia y los relatos.  Si son escuchados y proclamados de nuevo, transformarán nuestra sociedad y generarán nuevos artistas, se enarbolará la bandera de la expresión.

El cauce de nuestro río cultural fue alimentado hace quinientos años por otros dos ríos. Llegaron, uno de Africa y el otro de Europa, atravesando el océano Atlántico para sentar sus raíces aquí.  El río africano fue traído a la fuerza, la más terrible injusticia encarnó la superioridad militar y arrastró los gigantes de la expresión física, los logros inmensos de la codificación del sentimiento, sin siquiera conocerlos.  Si hubieran llegado al conocimiento de los europeos en ese tiempo, muy probablemente nos hubiéramos ahorrado dos guerras mundiales.  La fortaleza física y psicológica del africano llegó con su música y alegría, los volvió elementos inherentes de nuestra cultura.  En la actualidad se mueve al son de los tambores y cantos, se saborea con regocijo en un buen plato de comida del Pacífico, de la Costa Atlántica.  Su color tiñó nuestros ojos y sentires, nos legó la alegría a pesar de las dificultades, la adaptabilidad a cualquier tipo de ambiente sin alterar el equilibrio ecológico. Otro nuevo matiz de una cultura rica en historias y dioses de abuelas y abuelos reunidos contando historias, de cuerpos fuertes y mujeres exóticas, bellas como apenas empieza a reconocerse.

El tercer río llegó de Europa, revuelto de tanto contacto.  Trajo en su sangre a oriente, vino a nutrir este gran océano con avances tecnológicos, una lengua maravillosa que hace posible escribir grandes obras.  En un abrir y cerrar de ojos implantó el deseo de seguir siempre para adelante, de no rendirse ni someterse, la sangre bravía y fuerte de la dominación.  Este río vino con tanta fuerza que a su paso arrasó inmensas culturas en su hambre de poder y posesión.  Para su pesar no se permitió ver la gran riqueza y la enseñanza que le presentaban los ríos con los que se encontró; cegado por las abundancias de este fantástico territorio, cerró los ojos al contacto benévolo y quiso poseerlo sólo para sí.  Sin importar lo que sucediera, siguió el instinto natural que le es inherente, el de seguir para adelante.  Nos dejó el surco de dolores para sembrar la independencia, cuando buscaba todo lo contrario.

Tres ríos alimentan de manera especial todo esto que es nuestra cultura, sus riquezas dependen de ahora en delante de cómo administremos este legado y sembremos nuestras semillas de vida en el fértil suelo que ha surgido de este encuentro. Podemos convertirnos en una nueva raza, valiente y aventurera, ser conscientes del equilibrio que le rodea, alegres y descomplicados a pesar del miedo y la zozobra.  Consolidarnos escuchando al abuelo fabular el pasado en las viejas historias sentados al calor del hogar.

Pero ¿Qué se está haciendo para devolvernos la memoria histórica? De entre las miles que surgen en nuestro país, presentamos La galería de Arte Urbano, una propuesta del Grupo Almuro.  Sus integrantes, preocupados con la problemática de la recuperación de la identidad cultural perdida, elaboraron un concurso abierto, alrededor de los temas de Memoria Histórica, Identidad Cultural y Dignidad Humana.

 

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